Autoridades sanitarias noruegas advirtieron sobre los riesgos de las vacunas contra el Covid-19 para la población mayor a 80 años tras la muerte de 23 personas que habían sido inoculadas en dicho país.
Los fallecidos vivían en hogares para ancianos y habían recibido las vacunas de Pfizer y Moderna, que funcionan con la nueva tecnología de ARN mensajero. Esta innovación ha sido probada solo unos pocos meses, cuando toda vacuna requiere años de pruebas para estudiar sus efectos secundarios.
De hecho, los ensayos de vacunas no incluyeron “pacientes con enfermedad aguda o inestable” y a muy pocos mayores de 85 años, como tampoco se probó en mujeres embarazadas ni lactantes.
El ARNm hace que el propio cuerpo produzca una proteína que desencadena luego una respuesta inmunológica ante una posible infección de Coronavirus.
13 de las 23 muertes fueron investigadas y “encontraron que efectos secundarios comunes pueden haber contribuido a un curso severo en los ancianos”, ya de por sí con salud frágil.
En estas personas la fiebre y náuseas generadas en las primeras horas podrían “haber provocado la muerte de algunos pacientes débiles”, afirmó Sigurd Hortemo de la Agencia Médica de Noruega.
Siendo que unas 30.000 noruegos fueron vacunados, la proporción de muertos por la vacuna es alta, casi 1 cada mil.
Sin embargo, el Instituto Noruego de Salud Pública llamó a no alarmarse e insistió en los planes masivos de vacunación ya que, en su opinión, “cualquier efecto colateral de la vacuna será compensado por un riesgo reducido de enfermarse gravemente de COVID-19 en el caso de personas ancianas débiles”, pero no pudo dejar de reconocer que “para los pacientes muy débiles y los enfermos terminales se recomienda una evaluación cuidadosa de los beneficios contra las desventajas de la vacunación”.
Noruega, un país de 5,3 millones de habitantes lleva registrados 57.279 casos, 511 muertos atribuidos al Covid-19 y ahora también 23 muertos luego de la vacunación de 30.000 personas.
La noticia fue prácticamente ocultada por los grandes medios occidentales, dados los intereses cruzados con la industria farmacéutica transnacional y los intereses geopolíticos en juego.