Ábalos como chivo expiatorio – Por Juan Manuel de Prada

Ábalos como chivo expiatorio
Por Juan Manuel de Prada

Resulta muy instructivo sobre el funcionamiento de un régimen constitutivamente corrupto como el que padecemos la respuesta que el partido de Estado pretende dar al escandalete protagonizado por el bueno de Koldo García. Si el partido de Estado contase con una sólida mayoría parlamentaria y no hubiese elecciones a la vista, el marrón se lo hubiese tragado tan sólo el bueno de Koldo, a quien se hubiese presentado como un ‘garbanzo negro’ que actuaba por libre, aprovechándose de la buena fe de sus mentores.

Pero el partido de Estado necesita aprobar una oprobiosa ley de amnistía para seguir en el machito; y además, en unos meses, tendrá que afrontar un par de convocatorias electorales que le exigen despachar pronto este asunto, para sacarlo cuanto antes del «foco mediático». Así, el partido de Estado ha decidido sacrificar a un chivo expiatorio.

Aquí aparece la figura otrora poderosa y hoy por completo desprestigiada de José Luis Ábalos, quien en la cúspide de su poder contrató al bueno de Koldo como asesor y lo nombró consejero de Renfe. Para justificar el sacrificio del chivo expiatorio, el partido de Estado pretende que Ábalos cargue con el mochuelo, por no haber vigilado las actuaciones de su subalterno. Pero, ¿por qué se atribuye esta «culpa in vigilando» a Ábalos y no a Santos Cerdán, su sucesor al frente de la secretaría de organización del partido de Estado, que fue quien se lo recomendó muy encarecidamente? ¿Por qué no se atribuye esta «culpa in vigilando» a las autoridades que se hallaban entonces al frente de las instituciones que compraron las mascarillas por cantidades exorbitantes a la empresa recomendada por el bueno de Koldo, contando con ofertas hasta seis veces más baratas? ¿Por qué no se atribuye esa «culpa in vigilando» a Salvador Illa, quien dictó por escrito una orden para que se contratase con la empresa recomendada por el bueno de Koldo? Y, en fin, ¿por qué no atribuir una «culpa in vigilando» al propio doctor Sánchez, quien desde su cuenta de Twitter llegó a calificar al bueno de Koldo de «ejemplo para la militancia»?

El bueno de Koldo no era tan sólo el faraute de Ábalos, quien a la postre no hizo sino acoger bajo su égida a un hombre a quien no conocía, bendecido desde las más altas instancias. El bueno de Koldo era el alma del partido de Estado. Ahora le cargan el mochuelo a Ábalos, porque es un hombre expulsado a los arrabales del desprestigio y caricaturizado –acaso calumniosamente, pero desde luego con la connivencia socarrona de sus propios compañeros– como tunante y putero casposo. Ahora ya sabemos que esta caricatura no era inocente, sino alentada por el propio régimen, que necesitaba un chivo expiatorio de guardia. Parafraseando a Caifás, «conviene que muera un hombre para que no perezca el régimen»; así las masas cretinizadas, creyendo que la corrupción no es su esencia constitutiva, seguirán enzarzadas en la demogresca y votando como descosidas.

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