Nigromancia de izquierda al servicio del reinado plutocrático mundial – Por Juan Manuel de Prada

Por Juan Manuel de Prada

Las vicisitudes que rodearon la aprobación de la cínicamente llamada ‘reforma laboral’ son pura alfalfa para consumo de panolis a quienes se entretiene con astracanadas para que no adviertan que el sistema está trucado. Mucho más interesante (y sobrecogedor) se nos antoja dilucidar la razón por la que una falsa ‘reforma’ laboral que no hace sino consolidar una legislación contraria a los intereses de los trabajadores puede presentarse mágicamente ante las masas cretinizadas como si fuera exactamente lo contrario.

Evidentemente, esta magia (nigromancia, en realidad) no podría llevarse a cabo si al frente del Gobierno no estuviese el partido de Estado encargado por el reinado plutocrático mundial de promover todas las transformaciones sociales y económicas necesarias para el desahucio general de España, garantizando además la ‘paz social’ (es decir, el pasivo sometimiento de la población a los intereses del Dinero). Pero, ¿cómo han logrado estos nigromantes la ‘paz social’? ¿Cómo han conseguido, por ejemplo, que una ‘reforma’ que consolida el abaratamiento del despido sea percibida como una conquista por millones de españoles que, a la vez, ven encogerse sus salarios, ante la subida salvaje de los precios de la luz, del carburante o de los alimentos más básicos?

Recientemente, un joven y penetrante escritor, Dani de Fernando, publicaba un artículo titulado ‘Resignación y rebeldía’, en donde denunciaba perspicazmente la subversión de la máxima virtuosa que nos enseña a soportar con resignación las calamidades propias y, en cambio, nos exige revolvernos contra las ajenas. Esta máxima virtuosa fue adoptada históricamente por las izquierdas, que ganaron a sus adeptos combatiendo las calamidades colectivas (de clase) que los afligían. Pero la izquierda hodierna está al servicio de los causantes de esas calamidades colectivas, que les exigen borrar en sus seguidores la conciencia de combate. Y, para borrar esa conciencia, les han brindado una fórmula de ingeniería social infalible: se trata de invertir los términos de la vida virtuosa, de tal modo que nos resignemos ante las calamidades colectivas, a la vez que nos rebelamos contra supuestas calamidades personales, convirtiéndose en chiquilines egoístas que se revuelven contra sus padres, contra su cónyuge, contra sus hijos, contra su propia realidad biológica.

Y a estos chiquilines el reinado plutocrático mundial les brinda morideros para ‘liberarse’ de sus viejos, orificios para ‘liberarse’ de su cónyuge, aborto para ‘liberarse’ de sus hijos y un bazar de géneros para ‘liberarse’ de su realidad biológica. Así, en constante rebeldía contra lo que son, los seguidores de la izquierda dejan de ocuparse de las calamidades colectivas que los convierten en guiñapos sin familia, sin hogar, sin un trabajo digno. Guiñapos a los que luego el partido de Estado les cuela una consolidación de los atropellos que exige el reinado plutocrático mundial como una ‘reforma’ que mejora sus condiciones laborales.