Venezuela no fue un paseo e Irán sería un “macro Vietnam” para EEUU. Por Alfredo Jalife Rahme

Por Alfredo Jalife Rahme

Si los modales cavernícolas de John Bolton chocaron con la sapiencia diplomática de México y su “no-intervencionismo (Doctrina Estrada)” en Venezuela, Pompeo colisionó con la sofisticación europea (incluida la rusa) y el refinamiento persa. Tanto Bolton como Pompeo son los chivos de Trump en la afamada cristalería iraní.

Sin contar el apoyo de India, Turquía e Irán, las “líneas rojas” militares de Rusia y el sustancial apoyo financiero de China al régimen de Maduro exhibieron tanto la puerilidad geoestratégica del asesor de Seguridad Nacional, el neoconservador bushiano John Bolton, como del secretario de Estado Mike Pompeo, confeso “evangelista sionista”, lo cual obligó a que el presidente Trump se comunicara con su homólogo ruso para distender el caos global y operar más a favor de la “estabilidad estratégica” que tanto propugna el canciller ruso Serguéi Lavrov”.

En Venezuela surgió triunfante, como supremo árbitro, el Ejército chavista y quedaron en ridículo el golpista Guaidó y su patrón Leopoldo López, refugiado en la Embajada de España, quienes llegaron hasta a la ignominia de alentar a una intervención militar de EEUU.

En referencia a la aventura militar del pugnaz Bolton en Venezuela, el presidente Trump se desmarcó insólita y nítidamente de su asesor en Seguridad (sic) Nacional y lo inculpó de buscar la guerra, a la que, dígase lo que se diga, Trump se ha visto reticente.

La llamada de Trump a Putin obligó a Pompeo a acudir a Sochi (Rusia), para no decir Canossa —cuando el emperador del sacro imperio romano Enrique IV se postró ante el Papa Gregorio VII en 1077—, donde se reunió tanto con el canciller Lavrov como con el presidente Vladímir Putin para diluir el vino bélico global en varios frentes y, en particular, en el trascendental tema del control de las armas nucleares donde hubo coincidencia plena.

Si Venezuela no es ningún paseo para EEUU y/o su grotesco Grupo de Lima, que junto con la CIA y la NSA sufrieron una “micro-Bahía de Cochinos” de carácter cómico, Irán será un millón de veces más difícil y puede representar un “macro-Vietnam” para EEUU en todo el “Gran Medio Oriente” (en el significado geográfico del ex primer ministro israelí Gral. Ariel Sharón), en vísperas de la elección presidencial en EEUU, donde Trump busca reelegirse a cualquier precio.

Después del fracaso de dos cumbres del juvenil mandatario Kim Jong-un con Trump en Singapur y Hanói, Corea del Norte se ha soltado algunos grilletes mediante su espectacular visita a Vladímir Putin en Vladivostok y el lanzamiento “experimental” de misiles de corto alcance en sus mares cercanos.

Antes de acudir a Sochi, Pompeo pasó sin previo aviso diplomático por Bruselas, donde chocó con la Unión Europea por el destino del Acuerdo Nuclear con Irán y la falta de apetito europeo para colaborar en una guerra con el país persa, a tal grado que una fragata española interrumpió su viaje de acompañamiento al portaviones Lincoln con rumbo hacia el Golfo Pérsico con el pretexto de que su tripulación debía votar en las próximas elecciones europeas.

The Washington Post, —portavoz del establishment, vinculado al Pentágono y a la CIA, y propiedad del hombre más rico del mundo, Jeff Bezos, mandamás de Amazon— explaya que “Trump frustrado por sus consejeros”, en clara referencia a John Bolton y a Mike Pompeo, “no está convencido de que es el momento para atacar a Irán”.

Las supuestas amenazas contra el personal y/o militares de EEUU en Irak por parte de Irán —que valió de pretexto para que Bolton enviase un portaviones y bombarderos B-52 al Golfo Pérsico—, no han sido especificadas y varios congresistas y senadores de EEUU han exigido evidencias, ya que un montaje de este nivel puede llevar a una conflagración de pronóstico reservado, si es que no ocurre antes un error de cálculo de los adversarios.

Sería un grave error de cálculo estratégico que el régimen iraní haya saboteado 4 tankers el 12 de mayo de Arabia Saudí y/o Emiratos Árabes Unidos, lo cual apunta más bien a un operativo de “falsa bandera” para empinar a Trump a una guerra que anhela Israel hasta el último soldado… estadounidense, con lo que sueñan algunas petromonarquías enemigas de Irán y aliadas a Netanyahu.

El canciller iraní Mohamad Yavad Zarif condenó los “sospechosos actos de sabotaje” en la región y su ministerio declaró que “el régimen sionista de Israel es la principal fuente de todas las crisis en la región del Medio Oriente y constituye una amenaza real a la paz internacional”.

Se podría conjeturar hasta el cansancio qué tanto Irán fue responsable del ataque de la guerrilla de los hutíes —apuntalados militarmente por Teherán— a 2 estaciones de bombeo petrolero en Arabia Saudí a lo largo de su oleoducto que va de Yanbu a Dammam.

Desde su etapa bushiana y antes de ser el incompetente asesor de Seguridad Nacional de Trump, Bolton ha abogado por el “cambio de régimen” en Irán.

The Washington Post cita a un funcionario anónimo (sic) que afirma que —Trump desea dialogar con los iraníes; quiere un arreglo—. El problema radica aquí en saber si el régimen iraní está todavía dispuesto a dialogar con el diluvio de sanciones que le ha asestado Trump: que van desde la interdicción de sus exportaciones de gas/petróleo, pasando por la asfixia económico-financiera, hasta la prohibición de exportación de metales.

¿Se habrá encajonado Trump en su propio juego de apretar las tuercas al borde del precipicio y ahora se vio obligado a recular debido a la —resistencia— de Irán?

Por fin se han movido dos piezas diplomáticas de intermediación para evitar la guerra y/o el —cambio de régimen— que propugna la pugnaz dupla Bolton/Pompeo cuando el presidente suizo Ueli Maurer visitó en forma sorprendente y sin previo aviso la Casa Blanca para interceder con el país persa.

Ya con antelación, Trump había proporcionado un teléfono a la diplomacia suiza para que los iraníes se pusieran en contacto con él y así iniciar las negociaciones.

En paralelo, el canciller iraní Yavad Zarif proclamó en Tokio de que Irán tampoco deseaba la guerra. Aquí también Japón puede jugar un favorable rol de lubricador.

Irán no es ningún paseo y Trump sabe muy bien que la reelección de Carter se cayó con el fallido operativo de helicópteros en el desierto de Irán y no desea padecer la misma suerte.

Hasta The New York Times, vinculado al eje  Clinton/Obama/Soros fue acusado de “antisemitismo” por haber publicado una caricatura denigrante en la que un canino disfrazado del primer israelí Netanyahu conduce al ciego presidente Trump, en clara alusión a toda la ultrajante política medio-oriental de la Casa Blanca.

Lo interesante aquí radica en que los dos grupos antagónicos de Soros y Netanyahu se acusan mutuamente de “antisemitas” que se ha vuelto un término eviscerado de todo significado: un antónimo hollywoodense “sin semitas verdaderos” propalado por los intereses propagandísticos de Televisa/Univisión, lo cual se manifestó con el feroz ataque de Yair, el hijo de Netanyahu, a George Soros.

En realidad, tanto el Secretario de Defensa Interino Patrick Shanahan como el Jefe de las Fuerzas Armadas Conjuntas, Gral Joseph F.Dunford, mostraron desde el principio su oposición a una aventura militar contra Irán, al contrario de la postura bélica a ultranza de la dupla Bolton/Pompeo: dos chivos en una cristalería.

¿Dónde quedaron los diplomáticos de Estados Unidos?

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