El pueblo argentino le propinó a Macri una derrota aplastante, lo que muestra el hartazgo con un gobierno que utilizó sus casi 4 años de existencia para bajar sueldos, subir tarifas de servicios públicos, endeudar al país y destruir la industria nacional. El electorado argentino demostró a Durán Barba que no está compuesto por “simios con sueños racionales que se movilizan emocionalmente”, como de manera denigrante nos hizo saber.
Solo un férreo blindaje mediático logró hacer creer durante un tiempo a amplias franjas de la población que un empresario que durante 40 años hizo de la corrupción y el vivir del Estado su principal arte, iba a representar la “transparencia” y hasta una “revolución de la alegría” que nunca fue. Muy por el contrario: lo que el pueblo argentino vivió fue una revolución del desempleo y del aumento de la pobreza.
La realidad de la calle y el día a día se impuso por histórica goleada sobre el relato de miles de radios y canales de televisión en todo el país.
Alberto Fernández, no recibe un cheque en blanco de la ciudadanía sino la expresión de un pueblo harto de los ajustes de un modelo que solo beneficia al poder financiero y a sectores del agro. La unidad de amplios sectores ligados al peronismo junto a la comunidad organizada de miles de sindicatos y agrupaciones fueron la clave para el triunfo, unidad que será también necesaria ante la situación económica extremadamente grave que enfrentará un futuro gobierno: 1 billón de pesos en Leliqs con tasas de interés del 60% y una inflación del 50% muestran a una economía al borde de la hiperinflación, solo sostenida por la millonaria asistencia financiera del FMI, la que pagarán las futuras generaciones.
La paliza de Kicillof a Vidal, derrotando a la gobernadora por casi 20 puntos de diferencia, 50 a 32, termina con el relato de la “buena imagen” de quien dedicó gran parte de los recursos de la provincia a publicitar su gestión y acallar críticas en los medios. La provincia de Buenos Aires será clave para el futuro Gobierno Nacional.
Lo ocurrido en provincias como Mendoza, Córdoba y Santa Fe muestra con claridad la tendencia del electorado, pero no deja de asombrar, con resultados que, al igual que en el plano nacional, descolocaron a todas las encuestas previas. De nada sirvió al Gobierno ocultar los datos hasta pasadas las 22:30 horas, lo que no deja de ser un papelón.
Un resultado de 47 a 32 se vuelve prácticamente irremontable para el Gobierno y abre la pregunta acerca de en qué condiciones Macri podrá llegar a la elección de octubre, dada la extrema debilidad de la economía y la historia argentina de golpes de mercado ante el fenómeno de gobernantes en modo de “pato rengo”.
