Mejor hablemos de Chocobar – para tapar todo aquello de lo que no se quiere hablar

Por Ignacio Fidanza *

Cuando la oposición critica se puede pensar que están socavando la popularidad del gobierno. Pero, cuando lo hacen los que se sienten muy próximos a Cambiemos, el problema es realmente grave.

El manodurismo es el recurso narrativo que encontró el Gobierno para eludir la discusión económica. La cumbre de Chapadmalal ofreció un retrato acabado del momento que transita el Gobierno. Se evitó el contacto con la prensa de cualquiera de los múltiples funcionarios del área económica y Macri sólo se encendió cuando le tocó hablar del caso del policía.

Chocobar y Zaffaroni son los salvavidas a los que se aferran, con hambre de náufragos, desde la Casa Rosada, para evitar un debate serio sobre todo lo que no funciona en la macroeconomía luego de dos años de gradualismo. Una pena.

Populismo de derecha no deja de ser populismo.

Repasemos algunos datos para este año que circulan entre economistas pro mercado, que les gusta lo que escuchan pero no lo que ven: La economía va a crecer más cerca de la franja del 2% al 2,5% que del 3,5% que fijó el Gobierno en el presupuesto.

El pronóstico es duro, porque el crecimiento es la gran apuesta de Macri tras la decepción que dejó hasta ahora la lucha contra la inflación. Amenaza con diluirse así la última carta de un relato sostenido en la recuperación económica, que empieza a fugar en silencio al más confortable terreno del manodurísmo. Un 2,5% de crecimiento es muy poco como bandera, si el resto sigue desalineado. Para que se entienda: Ese rango de crecimiento es considerado decepcionante, incluso en economías en desarrollo con una inflación anual abajo de los siete puntos como Brasil o México.

El Gobierno evitó en su retiro de Chapadmalal exponer a los funcionarios del gabinete económico ante la prensa y Macri sólo se encendió cuando le preguntaron por Chocobar.

En la Argentina el consenso de los economistas proyecta para este año una inflación en torno al 20%, pero nadie descarta que termine escalando al menos tres puntos más. Es decir que al menos hasta ahora, el ajuste que hizo la Casa Rosada sobre el final de 2017 de aceptar un poco más de inflación a cambio de crecimiento, no está ofreciendo los beneficios esperados.

Luego viene la vida real. Se estima que el año podría cerrar con una pérdida de poder adquisitivo cercana a los 8 puntos contra el 2015, cuando empezó su gestión Macri. Y una caída del consumo superior a los 3 puntos. Tarifazos y aumentos de servicios básicos muy por encima de la inflación, explican buena parte de ese deterioro.

El empleo traza una línea de crecimiento vegetativo del empleo y aleja la promesa de reducción drástica de la pobreza.

Entonces, la pregunta es simple: ¿Cuál es el saldo a favor de este proceso para la mayoría? Eso es lo que el gobierno todavía no logra explicar con consistencia y por eso rehúye el debate económico.

Si la respuesta optimista es que se recuperó un camino sostenible para el crecimiento, tras el agotamiento del experimento cristinista, el argumento tiene un matiz importante: El crecimiento exponencial de la deuda proyecta un desequilibro acaso tan amenazante como los heredados que se intentan subsanar.

Situación que se potencia con otra herencia del gradualismo: un déficit global -primario más financiero- que podría terminar el año más cerca de los 6 puntos del PBI que de los 5.

Sin embargo, hay una diferencia sustancial con el anterior régimen: el diagnóstico. El discurso de Macri en el CCK trazó un retrato bastante ajustado de las trabas que enfrenta la Argentina para su desarrollo. El problema es que luego esto no se tradujo en una acción de gobierno potente, acorde al desafío expresado.

Y volvemos al día cero de esta gestión. Se eludió expandir la base política en un acuerdo con el peronismo racional y ahora se descubre que no hay músculo para hacer lo que hay que hacer. Con un agravante: ante la falta de fuerza política para encarar algunas peleas, demasiadas veces el gobierno apela al anabólico del derecho penal que le ofrecen desde Comodoro Py. Se nota el direccionamiento y se va instalando una corrosiva sensación de doble vara: El peso de la ley circunvala la Casa Rosada en su camino hacia la justicia.

Por eso, el abrazo a Chocobar es más una necesidad que una convicción. Es el recurso narrativo para alimentar algún entusiasmo en la propia base, hasta cruzar el salar de este 2018, mientras se reza para que el peronismo permanezca dividido y el año que viene se pueda volver a encender en plenitud la maquina del gasto.

* Ignacio Fidanza – fundador y director de La Política Online. Periodista de profesión, estudió Ciencias de la Comunicación y es abogado egresado de la UBA. Actualmente preside la Asociación de Periodismo Digital (APD) que nuclea a los principales sitios de noticias de la Argentina.

Fuente: www.lapoliticaonline.com – 18-2-18

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