Las raíces ideológicas del mundo globalizado y la idiotización del público masificado. Por Ricardo V. López

Por Ricardo Vicente López

1.- Una mirada atenta y detenida sobre el panorama que nos ofrece el mundo actual pone en evidencia un deterioro muy importante, de lo que podríamos denominar, su dimensión cultural.  Entendiendo cultura como un espacio en el que se entrecruzan manifestaciones de muy diversos tipos, que reconoce como trasfondo lo político. Pero todos ellos fueron configurando como una, a lo largo de milenios, en una etapa superior de la evolución humana, una personalidad histórica. Si bien este espacio, en su versión moderna, reconoce su nacimiento en la Revolución francesa (siglo XVIII), en el siglo siguiente, la presencia del sujeto moderno fue también acompañando y participando en las luchas de los trabajadores por la conquista de nuevos derechos. En el siglo XX, con el desarrollo de la prensa escrita, y luego con la incorporación de la radio, ese espacio comenzó a denominarse la información pública. Una consecuencia muy importante, para el tema que propongo, es el desarrollo de un proceso de politización liberal por el cual el sujeto moderno pasó a ser una participante fundamental de lo político, por la presencia de medios definidos claramente como la voz de las diferentes corrientes del pensamiento. Esto ayudó y potenció todo este proceso.

El final de la II Guerra Mundial, mostró en este espacio la presencia determinante de los EEUU, con la ayuda muy importante de las consecuencias políticas e ideológicas de la presencia del Plan Marshall, en el territorio europeo, que condicionó la reconfiguración del espacio internacional:

El Plan Marshall (1948-1952) fue una iniciativa de Estados Unidos para ayudar a Europa Occidental con un aporte de 12.000 millones de dólares (de aquella época),​ para la reconstrucción de los países afectados por la Guerra Mundial. Los objetivos de Estados Unidos, además de reconstruir esas zonas, tenían como objetivo más importante detener la propagación del comunismo, que tenía ya una creciente influencia en la Europa de posguerra.

La presencia de la Guerra Fría (1947-1991) entre las dos potencias ganadoras del conflicto, EEUU y la URSS, destacó a los dos actores, fundamentales y excluyentes, en el manejo del espacio de la información, con clara preponderancia de la potencia del Norte para Occidente. El crecimiento significativo de la presencia de la información, en el espacio público, fue parte de la transformación que fue padeciendo la dimensión informativa. La incorporación de la televisión a ese ámbito le imprimió un caracterización específica, por el peso preponderante de la atracción de la imagen en el flujo informativo. El predominio estadounidense le fue incorporando el entretenimiento como una modalidad propia y determinante del estilo americano.

Este proceso cultural, no debe ser entendido sólo como parte de una evolución propia de la tecnología de los medios. Esto ocultaría un aspecto fundamental de la política de penetración de cultural, desarrollada con mayor intensidad en el periodo de posguerra. Un estudio de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla, demuestra que:

«La hibridación de géneros y la fragmentación del discurso son dos de los rasgos estilísticos más sobresalientes de la narrativa en el último tercio del siglo XX. Los relatos se bifurcan, se disgregan y se mezclan borrando fronteras canónicas entre la ficción verosímil, la inverosímil, el documental, el informativo y las variedades».

Dentro de esta denuncia es conveniente agregar la presencia del infoentertaiment [1] (made in USA), cuyo objetivo final es la despolitización del sujeto moderno, por lo cual lo político se fue diluyendo. Esto no debe entenderse, en mi opinión, como un proceso natural de la evolución de los medios, sino como una campaña largamente estudiada, programada y desarrollada en las universidades de los EEUU, que ha apuntado, con mucha eficacia, a esa despolitización del sujeto moderno [2]. Ese propósito ha sido alcanzado con todo éxito. Y es, precisamente, éste el tema de esta investigación.

En lo que vamos a ver en el segundo apartado pretendo mostrar las raíces del mundo actual. Y, en la medida de mis posibilidades, exponer los resultados de la penetración de la cultura estadounidense. Es eso lo que debemos intentar discernir: la paulatina idiotización del público masificado. No se enoje conmigo, amigo lector, por el uso del concepto idiota, es un aspecto muy importante de este tema, que no debemos ignorar. Veamos. En la página española www.lapluma.net se puede leer una nota editorial titulada La idiotización de la sociedad como estrategia de dominación. Para profundizar en este concepto es muy interesante la etimología de la palabra idiota: «proviene del griego y se utilizaba para referirse a las personas que se desentendían de los asuntos públicos, sólo se preocupaban por sus intereses privados; en latín significa “ignorante”». Ello nos permite un análisis, en cierto modo sorprendente, de la ambivalencia del concepto por la que concuerda su antiguo uso con las prácticas denunciadas en la página citada:

 La gente está imbuida hasta tal extremo en el sistema establecido, que es incapaz de concebir alternativas a los criterios impuestos por el poder. Para conseguirlo, el poder se vale del entretenimiento vacío, con el objetivo de abotagar nuestra sensibilidad social, y acostumbrarnos a ver la vulgaridad y la estupidez como las cosas más normales del mundo, idiotizándonos o incapacitándonos para poder alcanzar una conciencia crítica de la realidad.

2.- El desgaste cultural que padecieron todos los participantes involucrados, consecuencias las dos Grandes Guerras, debemos recordarlo como un momento muy importante, para entender las décadas posteriores. La pobreza y la falta de respuestas, a los países más pobres, posibilitó un estado de rebeldía en esos pueblos. A ello se le agregaba la Guerra fría que absorbía la mayor atención de los grandes contendientes. Al mismo tiempo en los países centrales se comenzaba a manifestar las repercusiones de esas demandas: la emancipación de varios países del llamado Tercer Mundo tuvieron también repercusiones en el centro del sistema.

Las élites dominantes de los países centrales percibieron el deterioro de sus poderes, lo cual auguraba conflictos difíciles de resolver. Esta situación altamente preocupante los llevó a la creación de un organismo internacional, la Trilateral Commission, que tenía, entre otros propósitos, realizar un diagnóstico y proponer salidas posibles. Esta Comisión es una organización internacional de carácter privado. Fue fundada en 1973 por iniciativa de David Rockefeller (1915-2017), banquero y hombre de negocios, y de Henry A. Kissinger (1923), Secretario de Estado de los Estados Unidos (1973–1977). La Politóloga Evelin Gutiérrez, en un artículo que tituló Gobernabilidad y democracia ¿conceptos compatibles en sociedades subdesarrolladas?, propuso el siguiente análisis del documento final de la Comisión que contenía el diagnóstico solicitado y algunas sugerencias:

En la década de los 70, la Comisión Trilateral presenta un informe elaborado por los académicos Huntington [3], Crozier [4] y Watanuki [5] titulado “La crisis de la democracia”. Después de un minucioso análisis, señalaba que los problemas de gobernabilidad de los países con economías desarrolladas suponían hacer frente a una creciente brecha entre el incremento de las demandas sociales y la escasez de recursos financieros del Estado para satisfacerlas… Para los países desarrollados, el enfoque se centraba en los problemas que se generaron para gobernar un sistema caracterizado por el “exceso de  democracia”… pues las demandas sociales ya no pueden ser respondidas por el Estado debido a su poca capacidad económica para solventarlos.

Debemos preguntarnos qué se esconde por debajo de ese diagnóstico, dado que las respuestas están pensadas desde las posibilidades y necesidades de los países centrales. El Doctor Antonio Camou de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), publicó un detallado análisis sobre el informe. Veamos algunos puntos interesantes para nuestra investigación:

«En los últimos años las operaciones propiamente democráticas han generado una quiebra de los significados tradicionales del control social, una deslegitimación de la política y de otras formas de autoridad, y una sobrecarga de demandas sobre el gobierno que excedían su capacidad para responderLa búsqueda de las virtudes democráticas de igualdad e individualismo han llevado a la deslegitimación de la autoridad en general y a la pérdida de confianza en el liderazgo, en la expansión democrática de la participación y compromiso políticos… La competencia política, esencial a la democracia, se ha intensificado, llegando a una disgregación de intereses y a una declinación y fragmentación de los partidos políticos… Sin confianza en su liderazgo, ningún grupo funciona con eficacia. Cuando la trama del liderazgo se debilita también se debilitan los niveles políticos… El debilitamiento de la autoridad en toda la sociedad contribuye, entonces, al debilitamiento de la autoridad del gobierno».

El largo párrafo tiene la virtud de la claridad respecto de cuál es el problema de la pérdida de gobernabilidad. El poder político que había garantizado, en mayor o menor medida, hasta entonces la gobernabilidad se ve cuestionado respecto a su incapacidad (o falta de voluntad política). Todo lo cual ha deteriorado su capacidad ante una ciudadanía que reclama ante todos estos problemas. Continúa el Doctor Antonio Camou:

«La manifestación más obvia de la disgregación de intereses y del marchitamiento de los propósitos comunes está en la descomposición que ha afectado a los sistemas de partidos políticos en las sociedades centrales. En casi todos los países ha declinado el apoyo a los principales partidos establecidos. Y nuevos partidos, pequeños partidos, y movimientos antipartido han ganado fuerza. Esta falla del sistema de partidos para producir mayorías electorales y parlamentarias, tuvo efectos adversos en la capacidad de los gobiernos para gobernar».

Debo agregar a ello que la preocupación de los líderes del mundo noratlántico se centraba también en el avance de los procesos de descolonización de la periferia y en las revoluciones populares triunfantes que cuestionaban el orden internacional existente. Desde esta otra mirada se puede decir que los cuestionamientos se centraban en la desigual distribución de la riqueza, en el empobrecimiento  al que se condenaba a los pueblos de la periferia, sometidos a un trato muy desigual, que fue la causa de los procesos políticos liberadores.

Un tema no mencionado, pero que se podía leer entrelíneas, es la existencia en aquel momento, de la Unión soviética, como modelo social más igualitario (a pesar de todas sus falencias) pero que aparecía como un punto de referencia para los pobres del mundo. Entonces la demanda a que hacía referencia el hipócrita concepto de “exceso de  democracia”, era en realidad una escasez de distribución de bienes. Naciones Unidas, tiempo después, hablaba de «un mundo de ricos cada vez más ricos y de pobres cada vez más pobres».

Las décadas de los sesenta y setenta, del siglo pasado presentaban un escenario de avances de los pueblos en el camino de su emancipación que, a su vez, tuvieron repercusiones en los países centrales.

[1] Es mucha la investigación y publicación sobre el tema de la combinación de géneros televisivos: información y entretenimiento. Es la utilización del entretenimiento en los programas informativos que ha dado lugar al estilo del infoentertaiment: el entretenimiento se inmiscuye en el terreno de la información.

[2] Sugiero para una lectura más detallada consultar en www.ricardovicentelopez.com.ar mi trabajo La cultura Homero Simpson el modelo que propone la globalización.

[3] Samuel P. Huntington (1927-2008) Profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Harvard.

[4] Michel Crozier (1922-2013, Politólogo francés, especializado en Sociología de las Organizaciones, Profesor de la Sorbona de París.

[5] Joji Watanuki (1922-2013) Profesor de la Universidad de Sofía (Tokio) especialista en Sociología y Ciencia Política.

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