“La dictadura perfecta”

Por Paola Fernández *

La democracia no necesita del ocultamiento de cierta información y publicación de otra tergiversada. Estas prácticas se parecen a una cuasi-dictadura. Pregunta para pensar: ¿cuánto tiempo puede mantenerse este manejo?

El título de la nota corresponde a una reconocida película de origen mexicano, que en 2014 denunciaba a través del recurso ficcional los actos de corrupción y la complicidad entre el gobierno del actual presidente Enrique Peña Nieto y el duopolio mediático TV Azteca-Televisa. Es un buen punto de partida para (re) pensar el contexto mediático en la actualidad argentina.

En una entrevista, con motivo de la difusión de la película mencionada, su director Luis Estrada sostenía: “Los medios manejan caprichosamente la agenda pública, imponen temas y tópicos a los que la sociedad no puede abstraerse, crean héroes y fabrican villanos a su antojo. Cuando deciden exaltar o minimizar algún asunto, la mayoría de la población responde a su discrecional manejo de la información”.

Si trazamos un paralelo con la situación argentina, vemos que el recurso es el mismo. Para quienes estudiamos comunicación o periodismo, no es un dato nuevo la influencia que los medios de comunicación masivos tienen en la opinión pública. Mucha teoría ha pasado bajo el puente (desde “la aguja hipodérmica” hasta “los medios y las mediaciones”). A su vez, los estudios desde la disciplina de la economía política de la comunicación han demostrado analíticamente de qué manera la concentración del poder mediático opera contra la libertad de expresión, la libertad de prensa y la competencia justa (cfr. Becerra, M.; Mastrini, G. (2006) Los dueños de la palabra, Buenos Aires, Prometeo).

A su vez, Argentina es un país con una penetración relativamente alta de Internet (tanto de conexiones fijas como móviles), con más de 17.000 millones de conexiones (cfr. INDEC. Informe Técnico de acceso a Internet, 2º trimestre 2017. https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/internet_09_17.pdf). Ello hace del mercado de la convergencia más que apetecible para el conglomerado mediático.  Ello implica que el nuevo sistema mediático está hipermediatizado, conectado y sobre-informado.

Por ello, el poder mediático y el poder político adquieren nuevas dimensiones, manteniendo las alianzas estratégicas para garantizar la concentración. En este sentido, la historia de las políticas de comunicación se encuentra indefectible e indisolublemente ligada a los gobiernos de turno. Cada empresa mediática, adaptada a la realidad de turno.

El cerco mediático que envuelve al presidente Mauricio Macri es en la actualidad cuanto menos obsceno. En el mismo convergen las grandes empresas de los medios de comunicación y el accionar ciudadano de las redes sociales y la captación de los recursos digitales por parte del PRO. Nada es gratis: el bisemanario Perfil registraba un gasto presupuestario de $163.289.111 pesos donde 87 millones eran para pauta, 51 millones en servicios, capacitación y tecnología y 24 millones en sueldos (Perfil 31/03/2017. http://www.perfil.com/politica/trolls-y-fondos-publicos-asi-se-gesta-el-relato-20-en-la-era-cambiemos.phtml).

Desde esta perspectiva, independientemente de las bajas en los niveles de audiencia (consecuencia de la migración de la audiencia hacia plataformas digitales), el PRO desarrolla una estrategia de comunicación efectiva: combina el despliegue de los medios masivos de comunicación “tradicionales” para formar la opinión pública e imponer agenda y las redes sociales para legitimarla. Y si bien el accionar ciudadano demostró que las redes sociales también son eficaces para contrarrestar el discurso hegemónico (cfr. Isaía, W. y Aruguete, N., PáginaI12, 27 /09/ 2017  https://www.pagina12.com.ar/65424-santiago-maldonado-la-disputa-por-el-sentido), no alcanza para atravesar la protección blindada que el gobierno detenta.

Así y todo, no hay nada nuevo bajo el sol. Pero como nunca antes, la impudicia de la práctica da para más. La pregunta por ¿Dónde está Santiago?, que hoy es ¿Qué le hicieron a Santiago?, es invisibilizada con la construcción de los demonios mapuches, las operaciones millonarias en torno a despegar a Gendarmería y al Ministerio de Seguridad de la represión ilegal y sus consecuencias. El resultado, entonces, es que pese a los avances en las formas de socialización y comunicación que propician las redes, vivimos ante una “dictadura perfecta”.

* Paola Fernández – Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Docente.

Fuente:  www.pagina12.com.ar – 29-11-17

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