Guillermo Moreno: “La pandemia de Covid-19 puede ser una oportunidad para nuestro país”

El súbito derrumbe de la actividad productiva derivado de la irrupción de la pandemia de Covid-19, no sólo se verifica en los (numerosos) países que han dictado rigurosas medidas preventivas como las cuarentenas sino también en aquellos cuyos gobiernos han definido el camino contrario.

En términos económicos, la “nueva peste” ha provocado una inesperada conmoción mundial, con violentas alteraciones en los mercados financieros internacionales y, lo que es más grave aún, en las cadenas de producción y circulación de bienes y servicios.

Y, aunque los alcances y la duración de estas tumultuosas circunstancias resultan hoy imposibles de precisar, se hace evidente que los flujos comerciales entre las naciones han quedado sujetos a modificaciones (algunas irreversibles), tanto en los volúmenes transaccionales como en la propia naturaleza de los vínculos.

A nadie puede escapar que la producción y circulación de bienes y servicios esenciales para la población depende, en grado sumo, de la provisión de suministros y bienes importados, hoy severamente trastornada y que, por lo tanto, una significativa porción de las probabilidades de minimizar las consecuencias de la pandemia, dependen de la pertinencia y precisión de las decisiones de tal abastecimiento a nuestro mercado.

Es que esta imprevista situación de “economía de guerra”, magnifica los desequilibrios prexistentes del sector externo, obligando a una meticulosa aplicación del “bien escaso” que son las divisas1.

A la medida argentina
“La adaptación de las ‘soluciones generales’ a las especificidades de cada sociedad, se erige así en una de las claves para la resolución exitosa de esta crisis o, al menos, para la mitigación de los daños que inexorablemente provocará”, decíamos en nuestro artículo Respirar… y también comer (BAE Negocios, 23/3/20).

Y destacábamos, dentro de esas particularidades, las condiciones iniciales del período: “nuestra Patria enfrenta la pandemia de Covid-19 bajo el sino de la Supercrisis2 de Cambiemos aún irresuelta, contexto que limita severamente los ‘grados de libertad’ y las capacidades de respuesta ante los trastornos concurrentes”.

Es en tal contexto que el déficit devengado del sector externo se torna, de momento, irresoluble, forzando a un tipo de racionamiento, correctamente orientado, en la aplicación de las escasas reservas disponibles y del previsiblemente menor nivel de ingreso de divisas en el futuro inmediato.

En ese orden, resulta pertinente establecer los instrumentos normativos adecuados (Ley de Emergencia del Sector Externo Argentino3), así como las instancias institucionales apropiadas, consejo de expertos, para una tarea que demandará precisión quirúrgica y saberes específicos que trascienden los modelos académicos, sólo asequibles en la práctica productiva.

Planificar implica establecer fundadas prioridades y restricciones sobre las diferentes dimensiones de la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos, así como en el funcionamiento del Mercado Único de Cambios.

Mantener la capacidad de compras externas de bienes y servicios indispensables, exigirá extremas limitaciones en la accesibilidad a divisas con destinos no prioritarios como, por ejemplo, atesoramiento, turismo emisivo, giro de utilidades y dividendos e, incluso, para su aplicación en la cancelación de compromisos de deuda soberana, discusión que podría ser diferida hasta el año próximoi4, al menos.

Asimismo, no todas las adquisiciones tendrán, en esta coyuntura extraordinaria que signará los meses por venir, el mismo plano de importancia, por lo cual sería conveniente el establecimiento de mecanismos de control que permitan ordenar, en forma tan ágil como precisa, la Administración del Comercio Exterior5(ACE) en el marco de la Emergencia ut supra señalada.

Sólo así podrá impedirse que el “todo está permitido”, por la fuerza de los hechos se convierta en un drástico “todo está vedado”; al finalizar el mes de marzo, las reservas disponibles “constantes y sonantes” solo representan un monto equivalente a dos meses de importaciones, es decir, se encuentran en el límite inferior admisible.

Optimizar el uso de las reservas
La práctica del comercio internacional ha venido imponiendo un nuevo tipo de relacionamiento entre las naciones, en el que predominan los acuerdos bilaterales.

Los tratados y áreas de libre comercio retroceden al ritmo en que el Nuevo Orden Internacional (NOI) sustituye a la globalización, así como la institucionalidad surgida de las premisas del Consenso de Washington queda en la obsolescencia.

Esto implica, por una parte, que las “desobediencias” al antiguo orden (como la ACE, por ejemplo) hoy no sólo están permitidas sino que proliferan y se convierten en el “mainstream” de las relaciones comerciales.

Por la otra, que éstas se desarrollan mediante acuerdos “vis a vis”, que a la vez definen los espacios (cambiantes) de alianzas y de confrontaciones.

La pandemia de Covid-19 no hace más que profundizar el proceso en curso, acelerado a partir de la inscripción de Estados Unidos como locomotora del NOI6, lo que debería ser convertido, en la medida de lo posible, en una ventana de oportunidad para nuestro país.

En la inmediata urgencia de maximización de las reservas disponibles, deberíamos intentar establecer nuevas formas en la registración del comercio, apelando al intercambio en monedas locales.

Como mencionáramos la semana pasada, el swap con la República Popular China podría aplicarse, al menos hasta un cierto monto, en la cancelación con yuanes de las deudas comerciales que nuestras empresas mantienen con sus proveedores de aquel origen, al tiempo que se acepten pesos en las recíprocas. Entre marzo de 2019 y febrero de 2020, este mercado representó el 11% del monto total exportado por nuestro país, y casi el 20% de lo importado.

Lo propio podría negociarse con Brasil (socio comercial de fuste que recibió en el período citado el 16% de nuestras ventas externas y del que provino el 21% de las compras) reflotando pasados entendimientos que no llegaron a ponerse en práctica, para la mutua aceptación de reales y pesos argentinos.

De concretarse estos acuerdos, aún en forma acotada, los dólares disponibles quedarían reservados para las compras realizadas en el resto del mundo, que, como dijimos, deben ser cuidadosamente planificadas bajo las prioridades de garantizar el adecuado abasto a la población y la preservación del entramado productivo.

Planificar la oferta es, en este peculiar período, la única opción.

Y también lo es para la necesaria reconstrucción social y económica que deberá encararse a la salida de la actual etapa de excepción: la instauración de un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable con orientación a la producción, capaz de satisfacer dignamente las necesidades de cada uno de los miembros de esta comunidad que somos la Nación Argentina.

1-“…vale señalar que el dólar estadounidense (…) finalmente también funge, prioritariamente, como una mercancía, al ser un insumo difundido entre las empresas que posibilita la adquisición de suministros, bienes intermedios y de capital. Y esta mercancía, en la actual coyuntura, se consigue casi exclusivamente mediante las exportaciones. Bajo esta inteligencia y en un esquema de planificación requerido en situaciones de “economía de guerra”, como tal debe ser contemplado.” (“Es la ‘oferta’: el pan para hoy… y para mañana”. BAE Negocios. 30/3/20).
2- Definimos como Supercrisis a la situación generada por el anterior gobierno a partir de la convergencia de los desequilibrios macroeconómicos que, en términos fiscales provocaron el colapso del gobierno de Alfonsín, y en el sector externo, el de De la Rúa.
3- Propuesta elaborada por el Lic. Pablo Challú.
4- Propuesta elaborada por el Dr. Carlos Rodríguez.
5- La relativamente reciente experiencia de las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importaciones (DJAI) es una modalidad susceptible de ser actualizada.
6- La irrupción de Trump en la presidencia de Estados Unidos desde el seno del establishment productivo, termina de consolidar la direccionalidad definitiva del Nuevo Orden Internacional, basado en modelos desarrollo que, poniendo en valor sus propios vectores nacionales, expresan en términos políticos (con innumerables matices) la reconfiguración de los actores sociales y las nuevas alianzas en las que convergen.

Por Lic. Guillermo Moreno* Dr. Claudio Comari* Lic. Sergio Carbonetto*
*MM y Asociados

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