El Papa Francisco a punto de cerrar un histórico acuerdo entre China y el Vaticano

Desde su asunción, el papa Francisco viene planteando una nueva geopolítica para el proyecto global del Vaticano. Si luego de la Segunda Guerra Mundial, la Iglesia Católica optó por una alianza con los EEUU para contrarrestar el avance de la Unión Soviética, que de avanzar en Europa y América Latina hubiese amenazado su propia existencia, con el papado de Bergoglio el Vaticano enfoca sus cañones contra el liberalismo capitalista, volviendo al pensamiento de la encíclica Quadragesimo Anno de 1931, cuando Pío XI denunciaba al “imperialismo internacional del dinero”. Para lograr este objetivo, Francisco apuesta a un mundo multipolar y para esto necesita a Rusia y a China.

Por este motivo se vienen realizando históricos encuentros con la Iglesia Ortodoxa de Rusia y con Vladimir Putin, con quien Francisco trabajó el freno al avanza del imperio anglonorteamericano en Siria (relación que continuó con el viaje de una semana en 2017 del secretario de Estado Pietro Parolin a Moscú y el encuentro de Francisco con el patriarca ortodoxo Cirilo en La Habana en febrero de 2016) y con autoridades de la República Popular China, país con el que el Vaticano mantiene rotas sus relaciones diplomáticas desde 1951. 12 millones de católicos en China se encuentran repartidos entre quienes pertenecen a la Asociación Patriótica Católica, entidad controlada por el gobierno chino, que designa a sus propios obispos (excomulgados por el Vaticano) y quienes realizan sus prácticas en la llamada “Iglesia clandestina”, con unos 40 obispos reconocidos por el Vaticano pero no aceptados por el Partido Comunista de China.

El acuerdo que se viene trabajando, y que según el Wall Street Journal se estaría concretando hacia fines de septiembre o durante octubre de este año, aceptaría, por parte del Vaticano, a los siete obispos designados por gobierno chino y obligaría a renunciar a dos “obispos clandestinos” a cambio de que China acepte al Papa como jefe de la Iglesia Católica, acepte a un “obispo clandestino” y permita al Vaticano seguir expandiendo sus iglesias dentro de China, en un contexto favorable ya que la comunidad cristiana se encuentra en rápido crecimiento, con designación de obispos de común acuerdo (faltaría determinar si el papa seleccionaría a los obispos de entre los que China proponga o al revés).

Uno de los temas que vienen frenando el acuerdo es la pretensión china de que el Vaticano rompa relaciones con Taiwan, país que China considera parte de su territorio nacional. El Vaticano es hoy el único aliado diplomático de Taiwan dentro de Europa.

Las negociaciones comenzaron en 2014 y se profundizaron en 2016, cuando el mismo Francisco comentó ante periodistas: “los equipos de trabajo están hablando despacio, pero las cosas que van despacio son buenas. El pueblo chino tiene mi más alta estima”. Ya en 2018 el acuerdo se acerca a su realización. El medio de comunicación chino, Global Times, publicó en julio de este año a un experto chino diciendo que “si el Papa pudiera visitar China, su significado e impacto podrían ser mayores que la visita de Richard Nixon en 1972”.

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