Cuando hablamos de mundo ¿de qué mundo hablamos? – Parte II – Por Ricardo V. López

Por Ricardo Vicente López

Parte II

Si Ud. amigo lector, no leyó la primera de estas notas le sugiero hacerlo para tener un panorama más amplio del tema tratado. Terminé la primera parte anunciando una breve historia de la ciencia rusa, que la Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad Autónoma de Madrid, María Ángeles Maestro Martín, ofrece para poder encuadrar históricamente la aparición de la vacuna rusa Sputnik. Dado que la autora cree necesario hacerlo para superar los prejuicios inculcados por la prensa y las agencias internacionales de información. Esto es una parte de la propaganda del sistema capitalista para ocultar los logros en ciencias de los países no controlados por Occidente. Comienza con estas palabras:

La Revolución de Octubre de 1917 alumbró el primer sistema público de salud, universal, basado en la promoción de la salud y en la prevención de la enfermedad y que exigía en su funcionamiento la participación de la población en la toma de decisiones. En un país que tenía, a principios del siglo XX, altísimas tasas de mortalidad infantil – de cada 1.000 personas muertas dos tercios eran niños menores de 5 años – y de mortalidad por enfermedades infecciosas (la tasa de mortalidad por tuberculosis era de 400/100.000). La puesta en marcha de servicios sanitarios en todos los rincones del inmenso territorio se acompañó con la implementación de medidas generalizadas de prevención.

Las descripciones de la Rusia poszarista, publicadas por los primeros periodistas que se aventuraron a informar sobre el proceso revolucionario que se iniciaba, entre los años 1918-1920 presentaban un panorama desolador. El gobierno fijó prioridades:

La vacunación de toda la población era una medida más, entre otras también decisivas. El acceso al agua potable y al alcantarillado, a la electricidad («El comunismo es el poder de los soviets más la electrificación de todo el país» V.I. Lenin), a viviendas higiénicas con calefacción, a una buena alimentación, a condiciones laborales decentes, a la educación,… y al poder político – conditio sine qua non [1] –, son mucho más importantes que los medicamentos para mejorar la salud de las poblaciones. La Rusia zarista ya había desarrollado una importante trayectoria científica en microbiología, y específicamente en vacunas, pero no llegaban a su pueblo. Antes del descubrimiento de la vacuna de la viruela por Edward Jenner en 1796 y dado que la enfermedad arrasaba desde hace siglos la vida de millones de personas en todo el mundo, se aplicaba un procedimiento arriesgado: la variolización. Se provocaba el contagio para inducir la inmunidad, aunque el riesgo de muerte era elevado.

Dice más adelante la Doctora que el fallecimiento por viruela del zar Pedro I en 1730, hizo que la Emperatriz Catalina II, se vacunara junto a todo su séquito. Se sometió públicamente a tal procedimiento para convencer a las capas más pobres e ignorantes. Se intentaba combatir los muchos prejuicios que circulaba entre el pueblo pobre. Era una especia de propaganda en favor de la ciencia y en contra de la superstición. A partir de allí se desarrollaron instituciones científicas relacionadas con la inmunología:

El Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología, responsable del descubrimiento de la vacuna contra el Covid 19, lleva el nombre del científico Fiodor Gamaleya. Este científico desarrolló importantes investigaciones sobre la rabia con Luis Pasteur a finales del siglo XIX y con su apoyo fundó el primer Instituto Bacteriológico de Rusia y el segundo del mundo. Siguieron descubrimientos de Gamaleya y otros científicos rusos sobre vacunas y mecanismos de transmisión del cólera, la peste, el tifus, etc.

El triunfo de la Revolución en 1917 fue un punto de partida para el comienzo de un proceso que recuperó los laboratorios que habían permanecido cerrados hasta entonces. Una información que descubre la verdad sobre aquella Rusia: se realizó en septiembre de 1918 la primera campaña de vacunación universal de la historia de la humanidad. Se adoptó el «Reglamento de vacunación contra la viruela» basado en el informe científico de Gamaleya. Nos informa Maestro Martín:

A principios de los años treinta la URSS fue el primer territorio del mundo que pudo anunciar la erradicación de la viruela. Los años en que la OMS gozó de prestigio y autoridad mundial — antes de ser fagocitada por las multinacionales farmacéuticas– fueron los tiempos de gran influencia de la URSS. En el año 1958, Viktor Zhdanov, viceministro de salud soviético propuso a la Asamblea de la OMS un plan para erradicar la viruela a escala mundial, que fue aprobado y puesto en marcha. Algo más de veinte años después, al declarar erradicada la viruela en el planeta, el director de la OMS recordó la contribución extraordinaria de la URSS a los países que carecían de recursos: 400 millones de dosis de vacuna.

Los que tenemos años suficientes, podemos recordar que a mediados del siglo XX se desató en la Argentina una nueva epidemia que ocasionaba gran mortandad e incapacidad: la poliomielitis. La doctora nos recuerda que en EE.UU., en 1955 se desarrolló la primera vacuna, llamada Salk por el nombre de su descubridor. Poco después, el virólogo Albert Sabin descubrió otro tipo de vacuna más eficaz, más barata y más segura (la vacuna de Salk tenía una eficacia de sólo el 60%). Continúa la Doctora:

Los científicos soviéticos, Mikhail Chumakov y Anatoly Smorodintsev, fueron enviados a Estados Unidos. Sabin y Chumakov acordaron seguir desarrollando la vacuna en Moscú. Chumakov y su esposa, la viróloga Marina Voroshilova, iniciaron el experimento en Moscú con sus propios hijos. La vacuna consistía en un virus debilitado, se utilizaba la vía oral y se administraba mediante un terrón de azúcar, de forma que no necesitaba de personal cualificado. Una anécdota de la época resulta de gran actualidad. En Japón la poliomielitis asolaba la población infantil y sólo la vacuna Salk, de eficacia limitada, estaba disponible; además en cantidades insuficientes. La vacuna producida en la URSS no se conseguía por razones políticas y económicas obvias, se negaban los permisos para ser importada. Tras diversas peripecias, miles de mujeres japonesas salieron a la calle a exigir la vacuna y consiguieron su objetivo.

Cuenta, además, que los avances rusos en materia de vacunas continuaron tras la caída de la URSS. El Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología descubrió recientemente una vacuna contra el Ébola y trabaja actualmente en varias líneas de investigación: una de las más avanzadas es la que trata encontrar la vacuna contra otro Coronavirus, el MERS-Cov. De esta forma, como destacados investigadores rusos han reiterado, la rapidez del proceso con la vacuna contra el Covid -19 se debe a que se ha trabajado sobre plataformas creadas hace años que avanzaban en direcciones semejantes. De momento Rusia ha anunciado la fabricación de 1.000 millones de dosis para 20 países solicitantes.

Maestro Martín demuestra una especie de obsesión frente a las campañas de desprestigio desarrolladas por la prensa internacional: apuntan contra todos aquellos que no se someten a los dictados de la Casa Blanca. Contra ellos se descarga la munición pesada de sus Think Tank [2]. Concluye la Doctora:

Lo que no cabe ignorar es que la campaña de desacreditación de la vacuna rusa tiene directores de orquesta que no tienen nada que ver con el procedimiento científico y sí mucha relación con los poderosísimos intereses económicos, entre otros, de la industria farmacéutica. Pero los trabajadores y trabajadoras de todo el mundo no deberíamos olvidar de la gigantesca gesta obrera de Octubre de 1917 y de la derrota del fascismo en la II Guerra Mundial, gracias a ello sigue posibilitando lograr, como en este caso, avances científicos desarrollados sobre décadas de trabajo no sometido a los intereses del capital y producidos en instituciones públicas.

Y cierra su nota con estas palabras: «La conquista de la independencia, la verdadera, tendrá que venir de otras manos: de la construcción de otro poder capaz de derrotar a la barbarie».

[1] «Conditio sine qua non» locución latina originalmente utilizada como término legal para decir «condición sin la cual no».

[2] Un think tank («tanque de pensamiento»), es un laboratorio de ideas, instituto de investigación, gabinete estratégico, centro de pensamiento o centro de reflexión.​ Instituciones cuya función es la reflexión intelectual sobre asuntos de política social, estrategia política, economía, militar, tecnología o cultura. Están vinculados en los EEUU a partidos políticos, pero se caracterizan por tener algún tipo de orientación ideológica marcada de forma más o menos evidente ante la opinión pública.

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