En medio de una nueva corrida cambiaria que llevó el dólar a $45, Mauricio Macri solo atinó a decir que “los argentinos tienen que aguantar”, una frase muy fácil de decir para quien tiene gran parte de su fortuna en dólares en el exterior, pero no para los millones de argentinos que ven esfumarse sus salarios y jubilaciones al ritmo de la devaluación de su moneda.
En una economía con defensas desactivadas contra capitales golondrina y buitre, cualquier brisa en el mundo se convierte en nuestro país en un huracán, es por eso que el peso argentino se devalúa el cuádruple que otras monedas de la región, lo que invalida la explicación de los medios oficialistas que buscan responsabilizar al contexto externo, relato falaz al que recurrió también Macri al ser consultado: “el dólar sube en todas partes, hay cosas que pasan que tienen que ver con el mundo”.
Macri expresó también al medio cordobés Cadena 3 una serie de lugares comunes como “no hay soluciones mágicas” y “todos tenemos que tirar del mismo carro”.
En la inauguración del VIII Congreso Internacional de la Lengua Española, pronunció otra serie expresiones obvias como “no se puede vivir con esta inflación” y “cuesta más llegar a fin de mes”. Todo un estadista.
Sobre lo que no se manifestó fue sobre el sostenido aumento de la pobreza bajo su gestión: solo en 2018 Macri creó 2 millones de nuevos pobres. Un resultado que sin embargo no lo amilana en su mezcla de ideologismo e intereses personales, ya que sostuvo que de ser reelecto irá “en la misma dirección pero más rápido”.