Aborto: Geopolítica y biopoder – Por Cristian Taborda

Aborto: Geopolítica y biopoder
Por Cristian Taborda

“Ningún país ha reducido su población sin recurrir al aborto”. -Henry kissinger

En el informe “NSSM 200: Implicaciones del Crecimiento de la Población Mundial Para la Seguridad de EEUU” publicado el 10 de Diciembre de 1974 por el el Consejo de Seguridad Nacional de EEUU, el organismo de más alto nivel en cuanto a la toma de decisiones sobre políticas de ultramar, y desclasificado por el Departamento de Estado, el Ex Secretario de Estado Henry Kissinger realiza un análisis de situación sobre el crecimiento demográfico en los países del Tercer Mundo y sus implicancias para el interés nacional de Estados Unidos. Allí se toma con preocupación y como un problema a corto plazo para la seguridad nacional estadounidense que en los países “periféricos” se incremente la natalidad. El punto está puesto en gestionar la vida y administrar la población para asegurarse el control de los recursos naturales y materias primas necesarias para el crecimiento y desarrollo de los Estados Unidos, Kissinger plasma en su informe la puesta en práctica de lo que Michell Foucault llamaba “Biopolítica”.

El dispositivo de poder ha pasado de la doctrina de “Seguridad nacional” a la de “Salud pública” global, a una nueva tecnología del poder, el biopoder. En el cual según el pensador francés “la vieja potencia de la muerte, en la cual se simboliza el poder soberano, se halla ahora cuidadosamente recubierta por la administración de los cuerpos y la gestión calculadora de la vida. […]. Se inicia así la era de un ‘bio-poder’'” (Foucault 2007). La biopolítica como regulación de la vida, mediante la implementación de prácticas abortivas, la vacunación compulsiva de personas y la higiene social promovida desde el Estado.

Este informe parte de un postulado básico de la economía “la escasez de los recursos”, en la geoestrategia de Henry Kissinger (el cerebro de las relaciones internacionales de EEUU) prima el pensamiento economicista y la razón instrumental, el hombre es sólo un medio para un fin económico, el problema no pasa por crear las condiciones necesarias para una asignación justa de los recursos sino por no afectar los intereses de las grandes multinacionales y del capitalismo transnacional, para ello, para defender los intereses de las élites globales la solución de Kissinger es la supresión biológica antes que un reordenamiento geopolítico. Esta cuestión es abordada de forma exhaustiva y con gran rigor en el brillante libro de Paulo Ares “Perón Vs Kissinger: La revolución armoniosa peronista vs la razón instrumental economicista” (Fabro 2013)

En su libro, Paulo Ares no sólo hace énfasis sobre el dilema “Perón o Kissinger”, sobre la estrategia internacional frente al crecimiento demográfico, sino que marca una diferencia filosófica trascendental la de una geopolítica existencial como la de Perón que plantea, la supervivencia, “Convivencia biológica” ante la geopolítica de la muerte y la “supresión biológica” de Kissinger, el autor lo expresa en la oposición entre la “Cultura del ser” frente a la “cultura del tener” en donde “para la primera la vida es inviolable, para la otra es inviolable el capital”.

A diferencia del ex secretario de Estado, Perón planteaba que “De todos modos, mantener el actual ritmo de crecimiento de la población humana, no es tan suicida como mantener el despilfarro de los recursos naturales de los centros altamente industrializados” (Perón 1974:43), agregando que “más importante que planificar el crecimiento de la población del mundo, es aumentar la producción y mejorar la distribución de alimentos y la difusión de servicios sociales como la educación y la salud…” (Perón 1974:80). Perón veía en el crecimiento exponencial de la población un problema, que debía planificarse, pero con métodos que no perjudiquen a la salud humana, según las condiciones particulares de cada país y en el marco de políticas económico sociales nacionales, su solución era desde una visión y un pensamiento radicalmente opuesto al globalismo.

La peculiaridad de este informe reside en que toma nota y hace referencia a la posición de Argentina, expresada bajo el pensamiento de Perón, en la” Conferencia de Bucarest” la Tercera Conferencia Mundial de la Población organizada por las Naciones Unidas llevada adelante del 19 al 30 de agosto de 1974, en Rumanía a pocos días del fallecimiento del ex presidente.

Para llevar adelante esta estrategia de control poblacional Kissinger plantea involucrar organismos internacionales como actores centrales, principalmente la Organización Mundial de la Salud (OMS), impulsar una agenda global, junto al lobby farmacéutico, promoviendo las prácticas anticonceptivas, introducir la cuestión del aborto dentro de la “planificación familiar”, reducir el tamaño de las familias bajo incentivos económicos y pautas culturales de “vivir mejor” y un punto que hoy toma relevante trascendencia que es la utilización de los derechos de la mujer como un medio en función del control de la natalidad, dice Kissinger: “El Estado y utilización de las mujeres en las sociedades de los LDC (países menos desarrollados) es particularmente importante para reducir el tamaño de la familia”.

Pero para estas prácticas es necesario generar cierto consenso y crear condiciones internas en base a la opinión pública en los países, para ello se pone en funcionamiento toda la maquinaria propagandística en una verdadera guerra cultural. Si antes la colonización descarnada era una colonización territorial, hoy la colonización es cultural. Ya advirtió Perón: “la guerra moderna es una guerra cultural”.

Podemos observar que para la política exterior de EE.UU los derechos de la mujer tienen un objetivo totalmente distinto a una verdadera reivindicación de una lucha genuina, es así que se utiliza al feminismo como un medio, un instrumento, para conseguir un fin: la supresión biológica. El feminismo burgués que promueven los grandes medios de comunicación y la clase política lejos está de reivindicar la lucha de las mujeres por la conquista de derechos sino que es perfectamente funcional a los intereses de las élites globalistas y expresa mejor que nadie al liberalismo y los intereses del capital transnacional. Donde “la economía de la salud consiste en que el mejoramiento de salud, los servicios de salud y el consumo de salud se vuelven factores del desarrollo económico de los países más avanzados” (Foucault 1999:364). Así es que mientras el feminismo dice combatir el “patriarcado” defiende los intereses del capitalismo financiero.

Más allá de la cuestión jurídica, bioética y científica en la cual los expertos se expiden con claridad, en el debate sobre el aborto ademas de las implicancias teologicas-filosóficas sobre la dignidad humana y el Ser hay una cuestión fundamental que es la geopolítica y el biopoder, ya que se trata sobre relaciones de poder, el control y la administracion de la vida, sobre principal recurso que tiene una nación que es su población.

Los centros de poder, las naciones dominantes, siempre intentaron administrar sus colonias y subordinarlas. Podríamos decir que el colonialismo consistía en conquistar y administrar los territorios con el poder de la fuerza, el neocolonialismo en subordinar las colonias económica y culturalmente con la ideología, ahora el postcolonialismo se arroga la potestad de gestionar la vida y controlar la población desde un biopoder. En este último punto sobre la biopolítica en las sociedades modernas dejaba en claro Foucault al afirmar: “El control de la sociedad sobre los individuos no se efectúa solamente por la conciencia o por la ideología, sino también en el cuerpo y con el cuerpo. Para la sociedad capitalista, lo que importa antes que nada es lo bio-político, lo somático, lo corporal. El cuerpo es una realidad biopolítica; la medicina es una estrategia biopolítica” (Foucault 1999:366).

El aborto es una cuestión geopolítica y una práctica biopolitica, implica un ajuste poblacional. La pandemia ha dejado expuesto que además del poder militar (el más importante) el poder económico y el poder cultural, el biopoder es indispensable para la dominación, el control directo sobre los cuerpos y la vida, es así que hoy asistimos a la medicalización de la vida, a una expansión de la medicina por todo el cuerpo social, un cuerpo social económicamente útil y políticamente dócil, una medicalización con fines políticos y económicos claros, donde se abre paso de Estados políticos de Derecho a Estados sanitarios de excepción, del pensamiento jurídico al pensamiento médico, donde las decisiones pasan por organismos como la OMS y los “expertos en salud” quienes hoy son los que deciden sobre el Estado de excepción. El saber médico pasa a ser la episteme, traducido en una “práctica discursiva” donde el saber y el poder se articulan, el discurso médico se convierte en el discurso del poder, un poder autoritario que normaliza al hombre y a la población. “El aborto es un asunto de salud pública” dicta el discurso dominante. Asi la salud y el aborto actúan como un dispositivo biopolitico sobre la población, al respecto dice Esperanza Cabrera Díaz:

“La Medicina moderna se estataliza, se convierte en un dispositivo del biopoder del Estado para mantener la ideología y la economía propuesta en la biopolítica. La Medicina se convierte en una “policía médica” que a través de la vigilancia epidemiológica, controla los cuerpos, trata la enfermedad para mantener mano de obra al servicio del interés económico del biopoder. Estos cuerpos son objetos que controlan y vigilan en el espacio urbano”.

El aborto NO es un “derecho social” como lo entiende Kissinger ni un “derecho humano” como lo proclamó Hillary Clinton en las Naciones Unidas. Derecho humano es “tener derecho a la vida” como lo planteaba el gran sanitarista argentino Ramón Carrillo, a un trabajo digno y una vida digna para un buen vivir. Se deben generar las condiciones para crear empleo que le permita a los argentinos poder formar una familia no destruirla o desalentar la unión familiar. El trabajo ordena y la familia une la vida en común, al contrario del individualismo liberal que reclama supuestos derechos en perjuicio del bien común y los intereses de la nación. ¿Existirá una frase más explícita de ultra liberalismo, de sobre exaltación del Yo y egoísmo individual, que la que reza “mi cuerpo, mi decisión”?

Queda claro así que el aborto, lejos de ser una demanda del pueblo y desde abajo, es una imposición de las élites y desde arriba, lejos de ser una política de salud pública es una práctica biopolítica con la cual se pretende normalizar a la población, alejado de ser un derecho, una decisión soberana sobre el cuerpo o una libertad de elección es una impostura, un control y una administración de la vida por parte de la clase global dominante, el aborto no hace al interés nacional sino a la presión internacional como bien lo describe en su libro Pablo Yurman, “¡Aborto ya!” es la orden del poder financiero.

Bibliografía:

Ares, Paulo. “Perón Vs Kissinger: La revolución armoniosa peronista vs la razón instrumental economicista”. Buenos Aires: Fabro, 2013.

Díaz Cabrera, Esperanza. “La medicina moderna como dispositivo al servicio del biopoder y la biopolítica”. Departamento de medicina social y preventiva, Facultad de Salud, Universidad surcolombiana, 2016.

Foucault, M. “Historia de la sexualidad”. 1st ed. México, D.F.: Siglo XXI Editores. 2007.

Foucault, M. “Estrategias de poder”. Obras esenciales. vol. II. Barcelona: Paidós, 1999.

Kissinger, Henry. “National Security Study
Memorandum 200. Implications of Worldwide Population Growth for U.S. Security and Overseas Interests.

Perón, Juan Domingo. “Modelo Argentino para el Proyecto Nacional”. 1974.

Yurman, Pablo. “Aborto ya. La orden del poder financiero”. Buenos Aires: Pórtico, 2019.