A pedido de EEUU: Macri cancela las estratégicas centrales nucleares de China y Rusia en la Argentina

Tal y como anticipamos en mayo de este año, por presiones del Fondo Monetario Internacional, Macri terminó cancelando los proyectos de construcción de futuras centrales nucleares en la Argentina, las que se iban a realizar con financiación de China y de Rusia, por lo que la excusa de “no contar con los recursos en una marco de austeridad” es solo eso: una excusa. Los motivos son geopolíticos. EEUU busca restringir el desarrollo nuclear en terceros países, especialmente en países de lo que ellos consideran su “patio trasero” y menos con dependencia y tecnología de potencias rivales como China y Rusia. Con esta medida Argentina vuelve a perder una oportunidad para desarrollar su potencial científico-tecnológico.

Las cinco mil personas que pensaban emplearse en la construcción de Atucha III en Zárate (junto a Atucha I y II) deberán buscar lamentablemente otro trabajo. El proyecto que permitía enriquecer uranio para la generación de energía ya disponía de U$S 7500 millones de dólares de financiación que ofrecía China, a devolver en 20 años y con una tasa aceptable del 5%.

Tampoco se concretó el esperado acuerdo para que Argentina participe de la Nueva Ruta de la Seda. “La iniciativa de la ruta de la seda es un objetivo de China. El objetivo de Argentina es vender”, afirmó el canciller argentino, jorge Faurie.

Un punto en el que China logró mantener férreamente sus intereses fue con respecto a la base de inteligencia espacial en Neuquén en Bajada del Agrio. La Argentina garantizará el convenio estratégico con la potencia asiática por “una vigencia de 50 años”, algo que siempre enervó al poder norteamericano dada la sospecha de un posible uso dual civil y militar.

Por su parte, Vladimir Putin, ofreció también a Macri financiar la construcción de una central nuclear en la Argentina. Incluso así llegó a anunciarlo. Lo que terminó siendo desmentido por Faurie: “las restricciones presupuestarias no permiten prever, al menos el corto plazo, proyectos de esta índole”.

Estas concesiones se realizaron siguiendo la máxima: “comercien con quien quieran, pero infraestructura de China y Rusia, no”. A cambio, Trump ofreció U$S 800 millones para obras de infraestructura a realizarse con constructoras norteamericanas, lo que explica también la operación judicial de la “causa de los cuadernos”, promovida desde la Embajada de los EEUU con el objetivo, entre otros, de desplazar a las grandes constructoras nacionales.

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